Y digo ADIOS!

Amar es algo aprendido, pero ¿cómo olvidarlo?

Llega llorando, dice ME DEJÓ, y tú no sabes que decir, solo dices: olvídalo, sigue con tu vida, eso pasa. Pero qué sabemos nosotros o quiénes somos para juzgar lo que el corazón de la otra persona está sintiendo. Para el que está afuera es fácil, sencillo o simple decir lo que sea, cualquier cosa pensamos que es la receta indicada para un corazón roto es decir esas cosas, que llore en nuestro hombro, decirle los novi@s pasan pero los amigos quedan.

Hablas con esa persona, dices que está bien, que lo superará. Si claro si no se suicida lo supera, el detalle es ¿cómo lo supera?, ¿cómo retoma en este momento su vida anterior? Y más difícil aun ¿qué debemos decirle o hacer para ayudarl@?.El vacio que queda es indescriptible, pensamos que buscando ayuda se arreglará pero no es así, la única solución es el TIEMPO, y ¿alguno de nosotros tenemos un frasquito de tiempo en el bolsillo?, pues no, nadie es quién para arreglar un corazón roto, para decirle que es lo que tiene que hacer con su vida ni mucho menos intentar que todo se mejore de un día para otro. Vivir el duelo, seguir adelante y decir ADIOS!

El día que me quieras

Después de tanto tiempo sin ir a disfrutar calmadamente una presentación en tablas (normalmente  la entrada es muy cara, el sitio es lejos y además de que todas empiezan a las 8 o 9pm, por lo cual no me da tiempo de devolverme a mi casa en mi adorado “metro”) hoy por fin pude ir a la sala de conciertos de la UCV, a disfrutar del clásico montaje de “El día que me quieras”, original de José I. Cabrujas.

Pero lo que más me llamó la atención de la obra, no fue la obra en sí, fue el cartel que estaba afuera, que  decía así: “Ateneo de Caracas fuera de sede”. Pues hace poco el Gobierno, o mejor dicho el presidente, expropió el Ateneo de Caracas para su supuesta “Universidad de las Artes”; pues es así como ahora las obras del ateneo andan como nómadas por toda la ciudad, buscando donde montarse y seguir haciendo cultura y arte.

Pues el Ateneo en sí ya era como una Universidad de la Artes, allí convivían diariamente cualquier tipo de expresión artística, desde teatral hasta artesanal, la diversidad de culturas que ofrecía ese espacio era único e inigualable, los artesanos, ventas de libros usados, gente bailando, haciendo malabares, teatro al aire libre, ferias de diseño, en fin un abanico de opciones que hacía de la tarde de un caraqueño, una tarde diferente, llena de arte y  cultura.

Así pues, aunque el ateneo ya haya cerrado sus puertas, los invito a disfrutar del placer de ir al teatro, a apoyarlo donde sea, desde los sitios más pomposos como el Teresa Carreño hasta los callejeros.  La cultura es la base de toda sociedad y hay que enriquecerla lo más posible.

Les recomiendo la página: http://www.vayaalteatro.com

¿Lo que necesita el país? O ¿Lo que necesita la universidad?

Este viernes 6 de noviembre se celebraron las elecciones del cogobierno estudiantil en la Universidad Central de Venezuela, como todas las elecciones de esta magna casa de estudio esta no pasó de desapercibido por los medios de comunicación puesto que los estudiantes “revolucionarios” hicieron lo propio en intentar provocar confrontaciones violentas entre el resto de los estudiantes.


Durante la espera de los resultados, los estudiantes, representantes estudiantiles y medios de comunicación estuvieron presentes, durante largo rato gritaban consignas, aplaudían cada vez que mostraban la totalización de los votos por escuela y por supuesto se agredían verbalmente entre ellos, dejando ver las debilidades de cada “partido”.

El interés nacional de estas elecciones es masivo, todo ese día están pendientes de lo que sucede en la UCV, observan los debates días antes y hasta se atreven a apoyar a los candidatos, en base no a las necesidades de la universidad sino a sus necesidades, a las del país, estás personas ajenas a la comunidad universitaria ucevista en realidad no saben lo que dicen.

Pues la limpieza comienza en la casa y después lo de afuera, y realmente esta es la necesidad que tiene nuestro Patrimonio Cultural de la Humanidad, descuidado no sólo por las autoridades rectorales sino también por los líderes estudiantiles que más se han preocupado por salir en un medio de comunicación dando declaraciones, líderes estudiantiles que hacen todo menos estudiar, que pierden el tiempo cayendo en régimen de repitientes y pasando años estudiando solo para seguir haciendo política universitaria, apegados a un cargo y mientras sigamos apoyándolos y estando ahí para ellos, ellos se quedaran porque piensan que si votamos por ellos es porque los necesitamos y deben quedarse en la universidad para siempre.

Así que espero que a partir de ahora sea diferente, la Casa que vence las sombras está llena de sombras, de las sombras del olvido y la desidia, está en peligro de perder su titulo de Patrimonio Cultural de la Humanidad y debemos hacer los posible para que esto no ocurra. Y por último espero que los nuevos representantes estudiantiles electos sean más lo que necesita la universidad y no el país.

Ámame u ódiame, esto es lo que pienso y nada lo cambiará.

Caracas

Desde la inmensidad del llamado cerro "El Ávila", Caracas parece ser una urbe apasible y calmada, llena de grandes edificios y bordeada de pequeñas casitas de colores.

Pero al adentrarnos encontramos una realidad contraria, la rápidez es el día a día del caraqueño, quien agitado y casi sin aliento recorre diariamente la ciudad, siempre apurado y esquivando a los vendedores ambulantes que se despliegan por casi toda la ciudad.

Desde bien temprano en la mañana los caraqueños inician su día, el embolletamiento de autos es regular y los atrasos en el sistema de transporte subterraneo también, así que levantarse de madrugada para llegar a tiempo a sus destinos ya es parte de su rutina.

A pocos minutos de haber salido el sol, ya se escucha en las aceras citadinas el taconeo agitado de las mujeres que caminan con sus carteras bien apretadas al pecho, las quejas de los niños que no quieren ir a la escuela, el aroma del café y las empanadas del vendedor de la esquina, donde algunos aprovechan de tomar el desayuno, mezclado con el smoth de los autos y autobuses que recorren las calles y autopistas.

El resto del día parece transcurrir de la misma manera a como comienza, excepto a la hora de salida regular de sus trabajos, donde el caos se apodera de los sistemas de transporte y si llegar a su sitio de destino fue trabajoso, devolverse a sus hogares es más dificil, pues el agotamiento del largo día hace estragos en el humor y la paciencia de los caraqueños, la amabilidad desaparece casi por completo dejando a unos seres casi sin moral solo motivados por llegar lo antes posible a sus hogares.

Al caer la noche, las calles quedan casi desiertas, mientras que los caraqueños se resguardan en sus hogares preparandose para otro día de su agitada rutina urbana.