Si yo fuera madre hoy en día y mi hij@ me dijera que va a optar por ser periodista para dedicar su vida, lo más probable es que le diría que no. Temeria por el futuro de mi hij@ y sobretodo por su seguridad, y más aun si el presente fuera este, como el que estamos viviendo.
La verdad, el futuro es algo incierto para mí y para mis compañeros futuros colegas, en vez de abrirse más medios se van cerrando y ni soñar con tener tu propia productora, revista, periódico, etc. La economía está fuerte y nisiquiera podemos soñar para comprarnos un apartamento propio, y ni hablar sobre la cara que pone la gente cuando dice que estudias comunicación social, piensan que eres uno más del montón, que quieres ser famos@ o si no que te vas a morir de hambre, porque trabajo NO HAY.
La gente piensa que esto de escribir es fácil, que lo hace cualquiera, pues si supieran las canas que te saca a veces una clase de redacción, las lágrimas que botas cada vez que te equivocas y sientes que no sirves para esto. El vacio que sientes cuando cierran un medio, sientes que te cierran un lugar, un sitio, donde tal vez pudiste haber demostrado tus habilidades.
Me alegro por los venezolanos que les dá igual lo que sucede con la libertad de expresión, que bueno que ellos puedan dormir por las noches, mientras uno solo piensa en qué va a hacer con su vida si se acaban los lugares donde expresarse, porque para eso nos hacemos comunicadores, para expresarnos no para callar, o algo peor: autocensurarnos.
Atentamente: Citando a una futura colega, “Un perro guardián de la libertad de expresión: Osea PERIODISTA”
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